Aunque en Recuperaciones Manuel Grueso nos dedicamos sobre todo a la gestión de los materiales férricos, también nos hacemos cargo de otros, como el estaño, del que ya os hemos hablado en otras ocasiones y que hoy os recordamos.
Este metal, además de contar con una gran resistencia a la corrosión, es frecuente que se utilice en muchas aleaciones para poder recubrir otros metales, lo que ayuda a evitar que estos se oxiden con facilidad.
El estaño se extrae de un mineral llamado casiterita, en el que se presenta como óxido de estaño o dióxido de estaño. Sin embargo, para poder usarlo, antes se muele y se enriquece en dióxido de estaño por flotación. Una vez hecho esto, se tuesta y calienta con un coque en un horno, obteniendo finalmente el metal.
Otro dato interesante es que en estado puro tiene dos variantes: el gris (un polvo no metálico, semiconductor, muy frágil, y con una estructura cúbica y estable a una temperatura menor a 13,2°), y el blanco (sería el normal, metálico, conductor eléctrico, de estructura tetragonal y bastante estable a temperaturas que sobrepasan los 13,2°).
Entre sus principales aplicaciones, destaca como revestimiento protector del cobre, hierro, y de otros diversos metales que se utilizan en la fabricación de latas de conserva; también sirve para hacer menos frágil el vidrio. Del mismo modo, es frecuente emplearlo en aleación con el cobre para hacer bronce, o para el recubrir el acero, entre otros muchos más usos.