Tal y como os adelantamos la semana pasada, hoy en Recuperaciones Manuel Grueso vamos a hablaros de otro material férrico que, en este caso, es el hierro puro.
Nada más que por su nombre, no es difícil saber de dónde procede el hierro puro, pero no todos los hierros que conocemos pueden llegar a considerarse como tal. Para que un hierro sea puro sólo puede tener un 0,03% de carbono y el resto debe ser hierro. Además, éste es un material ferroso, maleable, de color gris plateado, y que presenta buenas propiedades magnéticas y ferromagnéticas. No obstante, hay que decir también que éste se corroe fácilmente al ser expuesto al aire húmedo o a las altas temperaturas, además de que se oxida con facilidad y es complicado trabajar con él.
Se puede obtener a partir de los óxidos con más o menos impurezas y, tras su extracción, se transporta a industrias metalúrgicas para que allí se prepare el mineral mediante el lavado, quebrado, y cribado; posteriormente se introduce en un alto horno en el que, junto con el aire, se formará la escoria y el arrabio.
Sin embargo, y pese a su pureza, no suele ser un material que tenga mucha utilidad, por lo que no es de extrañar que éste se funda con carbono y otros elementos, razón por la que es muy frecuente encontrarlo en el cableado eléctrico.