Cuando un coche ha dejado de sernos útil y lo llevamos al desguace, muchas son las piezas que pueden aprovecharse para reciclar, y sus baterías no son la excepción. Hoy, desde Recuperaciones Manuel Grueso, os hablamos de ello para haceros un pequeño recordatorio sobre por qué es buena idea que se gestionen adecuadamente.
Como sabréis, las baterías están consideradas como residuos peligrosos debido a su composición, es por ello es necesario que su gestión se lleve a cabo por un gestor que esté autorizado por la Comunidad Autónoma.
Estos serán ellos los encargados de recoger la batería, que será transportada en un contenedor homologado y trasladada hasta instalaciones de almacenamiento intermedias, siendo enviada, finalmente, a las plantas de tratamiento.
Una vez que esté allí, dará comienzo la cadena de reciclado, que consiste en una trituración mecánica y en la separación y clasificación de los materiales de los que consta una batería de este tipo. Tras esto, los materiales son sometidos a otros tratamientos, algo que puede ocurrir en la misma planta de procesado o en otras diferentes.
Uno de los que se extrae es el plomo, cuyos compuestos, por ejemplo, son introducidos en un horno con la intención de fundirlos y crear así nuevas aleaciones, reciclando casi el 98% del plomo de la batería.