Lo que anteriormente fuese el matadero de Legazpi ahora se ha convertido en epicentro de numerosas actividades culturales y reivindicativas. En este preciso instante, del techo de la antigua cámara frigorífica cuelgan algunos de los 7.000 girasoles que el colectivo Basurama cultivó en la Gran Vía del Sureste, en el Ensanche de Vallecas, con la ayuda de multitud de vecinos de la zona.
El proyecto ha sido bautizado como Agostamiento, y su finalidad es poner el foco de atención en la grandilocuencia de los ’pelotazos’ urbanísticos que han convertido grandes ciudades en sitios donde la última posición la ocupan sus vecinos. Lugares sin construir o a medio acabar, que quedan allí como vestigio de la burbuja inmobiliaria sufrida en nuestro país durante los últimos años.
En concreto, por la Gran Vía del Sureste -donde fueron plantados los girasoles- debía circular un tren ligero que uniera el Ensanche de Vallecas con el barrio de Los Berrocales. Sin embargo, una orden judicial paralizó las obras por estafa y desde entonces sólo se puede disfrutar de un bonito descampado, donde no circulan los vecinos ni -por supuesto- ningún tren.
El colectivo Basurama dedica sus esfuerzos a investigar nuevos procesos productivos relacionados con los desechos que nuestra sociedad produce a diario. Además, es responsable de creaciones y proyectos culturales enfocados a concienciar a la población de los problemas que la coyuntura actual provoca en nuestra forma de vida.