Las baterías de los automóviles recicladas pueden proceder de dos vías diferenciadas: ya sea por la sustitución de la misma al terminar su vida útil o por el reciclaje del propio vehículo que la lleva montada. En el primer caso, será el lugar donde se realice la sustitución el que se encargue de su reciclado; en el segundo, será un Centro Autorizado de Tratamiento de Vehículos (CAT).
Una batería está considerada como un residuo peligroso debido a su composición, y su gestión debe ser llevada a cabo por un gestor autorizado por la Comunidad Autónoma. Serán ellos los que recojan la batería, la transporten en contenedores homologados hasta instalaciones de almacenamiento intermedias y finalmente las envíen a las plantas de tratamiento.
Una vez en la planta de tratamiento comienza la cadena de reciclado, consistente en una trituración mecánica y la separación y clasificación de los materiales de los que consta una batería de este tipo. Estos son sometidos a otros tratamientos, ya sea en la misma planta de procesado o en otras diferentes. El plomo y los compuestos de este material, por ejemplo, son introducidos en un horno para fundirlos y crear nuevas aleaciones, reciclando casi el 98% del plomo de la batería.