Como hemos hablado anteriormente, la utilización casi diario de productos cada vez más dañinos para el medioambiente y el aumento de las cifras de población mundial, hacen que el reciclaje deba convertirse en un modo de vida y no en una obligación.
Consumimos en cantidades ingentes, pero también desperdiciamos a esos niveles, y esa es la realidad. Como dato, en Estados Unidos cada persona genera unos dos kilos diarios de basura, de los que el 75% es totalmente reciclable pero solo se hace en un 35%. De esa gran porción no reciclada, una gran parte acaba en el mar, destrozando el ecosistema marino y retornando a nuestros organismos en forma de pescado, marisco y sucedáneos.
Debemos por tanto tener en cuente el ahorro que se produce cada vez que reciclamos un producto: la cantidad necesaria de material para volver a crear uno similar. En cuanto a la energía también existe un dato: la cantidad necesaria de la misma para fabricar un producto reciclado, es habitualmente menor que hacerlo con materiales nuevos.
Todos podemos ser parte de la solución: Hagamos del reciclaje un modo de vida y beneficiémonos de él.